Taichi y autoconocimiento
Un lienzo blanco
¿Por qué practico Taichi o Chikung?
Cuando se decide practicar una disciplina de autoconocimiento como el Taichi y el Chikung, y finalmente se da un paso hacia adelante tomando un curso, un taller o unas clases, es común escuchar a personas que se van con la sensación de estar más cansadas, doloridas o nerviosas de lo que llegaron. Algunas de estas personas se preguntan a qué es debido:
‘¿Esta disciplina no es para mí?’
Después de observar este ‘fenómeno’ en muchas ocasiones, y corroborándolo con la propia experiencia, podría decir que es una parte necesaria del proceso de autoconocimiento. Algunas personas aparentemente, no tienen en cuenta que se involucran en estas disciplinas con la finalidad de conocerse a fondo. Algunas de estas personas reconocen que están tratando de mejorar sus vidas, o encontrar paz y equilibrio emocional, pero no muchas admiten que quieren lograr conocerse en profundidad, lograr dominarse a sí mismos y comprender el sentido de sus vidas.
El Taichi como vía para el autoconocimiento
Si se pierde de vista que el autoconocimiento es la vía indicada para conducirnos hacia lo que anhelamos, nos perderemos la oportunidad de atravesar los obstáculos que nos separan de nuestros objetivos. Y el autoconocimiento, como indica la palabra, implica conocernos al completo, en lo agradable y en lo no tan agradable, en lo virtuoso y en lo incompetente, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la miseria (no necesariamente referida a la cuestión económica).
Las prácticas para la relajación, la concentración, la meditación,… nos ofrecen un lienzo blanco interior desde el cual se pone en evidencia todo lo que hay dentro de nosotros, y lo que habitualmente queda oculto a la luz de nuestra conciencia aflora a la superficie y puede ser observado y transitado. Si se trata de un aspecto positivo, para vivirlo y obtener los frutos que nos ofrece, y si es algo negativo para desecharlo definitivamente.
¿Por qué me duele mientras practico Taichi o Chikung?
Si solamente moviendo suavemente un brazo, una pierna, o sosteniendo una postura estática sencilla durante unos minutos o incluso segundos terminamos con molestias en el cuerpo o a veces con dolores agudos, parece evidente que el problema no es la disciplina que estamos practicando, sino algo dentro de mí que está desajustado, y no me está permitiendo liberarme de la tensión excesiva, ni relajarme y utilizar correctamente la fuerza, elasticidad o cualquier otra cualidad de mi cuerpo. Pensar que estas molestias o dificultades son la razón para abandonar una práctica de mejora de uno mismo, seria paralelo a pensar algo así como: ‘no voy a comer ni a beber porque me molesta ir después al baño’.
El crecimiento interior a través del Taichi y el Chikung
Conocerse es un proceso que implica ver lo que anteriormente no se estaba viendo, y esto a veces implica malestar, dolor, nerviosismo, resistencia o todo ello a la vez. Probablemente estábamos acostumbrados a unas rutinas psico-físico-emocionales que por perjudiciales que puedan llegar a resultar, las hemos hecho nuestras y nos ofrecen una certidumbre, pese a que en el fondo de nosotros mismos estemos deseando abandonarlas para siempre.
Cuando habitualmente nos movemos en la desconfianza, el miedo, el desasosiego, la ansiedad o la tristeza, sin tomarnos el interés de mirar dentro nuestro y por tanto no darnos el tiempo necesario para conocernos a fondo, no nos podemos dar cuenta de la profundidad del daño que nos podemos estar haciendo, ni ver las consecuencias de nuestro actual modo de vida: el deterioro de nuestra salud, la volatilidad de nuestros pensamientos y la inestabilidad emocional en la que estamos envueltos a diario.
Las prisas, el exceso de actividades u ocupaciones y el ruido constante, mantienen nuestro lienzo interior de color gris oscuro y en él resulta muy difícil apreciar las manchas que no nos permiten disfrutar plenamente de nuestras vidas. El Taichi y el Chikung son herramientas de indagación interna que nos permiten limpiar ese lienzo y poder distinguir esas manchas con total claridad. Conociendo a la perfección nuestras manchas, su profundidad, sus límites y sus implicaciones se podrá algún día con paciencia, borrarlas definitivamente y disfrutar así de una obra en su totalidad.