La intención se comporta en este caso, como la compuerta en una presa. A mayor apertura de la compuerta (intención) mayor caudal de agua (energía) sale, y cuanto mayor es el caudal de agua, con mayor fuerza puede arrastrar los objetos a su paso (nuestro cuerpo y objetos externos)

Tai Chi y movimiento consciente

A veces practicamos Tai Chi limitándonos únicamente al aprendizaje de formas. Si bien esta es una parte necesaria, comprender y practicar el movimiento consciente a través de los principios fundamentales detrás de las formas, es el ingrediente sin el cual no podremos experimentar todos los beneficios para la salud y el desarrollo personal que nos ofrece este arte.

La diferencia del Tai Chi con otras disciplinas que implican movimientos, es volcar la atención en nuestro espacio interior mientras nos movemos. Esto, que en principio puede parecer fácil no lo es en absoluto. Esto es debido a que habitualmente, cuando queremos mover o alcanzar algún objeto dirigimos nuestra atención fuera de nosotros. Y si no hay objetos y solo nos movemos, ponemos toda la atención en la parte del cuerpo que queremos mover, sin prestar atención a las demás. Por tanto no tomamos conciencia del recorrido del movimiento desde nuestro centro de gravedad hasta las partes del cuerpo que estamos moviendo.

La diferencia del Tai Chi con otras disciplinas que implican movimientos, es volcar la atención en nuestro espacio interior mientras nos movemos

Aparentemente la atención a este recorrido interior podría limitar el uso práctico que se puede dar al Tai Chi. La mayoría de las situaciones en que necesitamos movernos, suceden fuera de nosotros. Pero nada más lejos de la realidad. Nos olvidamos de que toda intención de movimiento nace en nuestro interior, aunque la expresemos hacia afuera. Esta intención determina la dirección, intensidad y cualidad de la energía que volcamos en un movimiento. Por tanto la precisión, fuerza y distribución en nuestro cuerpo y en el objeto externo, dependen de la claridad de esa intención, sobre la cual se puede trabajar.

El Tai Chi y la intención

A través de nuestra intención podemos dirigir movimientos precisos, rápidos, fluidos, elásticos y nutritivos para nuestros tejidos y órganos. O bien torpes, lentos, tensos, rígidos y finalmente dañinos para nuestra estructura corporal. La intención se comporta en este caso, como la compuerta en una presa. A mayor apertura de la compuerta (intención) mayor caudal de agua (energía) sale. Así, cuanto mayor es el caudal de agua, con mayor fuerza puede arrastrar los objetos a su paso (nuestro cuerpo y objetos externos).

A través de la práctica de los principios fundamentales del Tai Chi aumentamos la percepción de los movimientos de la energía en nuestro interior

Con la práctica consciente de los principios fundamentales del Tai Chi aumentamos la claridad en la percepción de los movimientos de la energía en nuestro interior. De esta manera podemos aprender a canalizarla y a dirigirla de una manera más eficiente, en cualquier acción que estemos realizando.

Desde este punto de vista, el Tai Chi no es tanto un sistema de técnicas para aplicar en situaciones marciales o de nuestro día a día, sino la interiorización de una nueva conciencia de movimiento. Una conciencia en la que atendemos con mayor presencia lo sucede afuera, gracias al cultivo de un espacio interno equilibrado. A través de la experiencia, conocemos los detalles sutiles de nuestro espacio interior. Esto nos permite acompañar y gestionar de manera adecuada los movimientos más importantes que suceden una y otra vez a lo largo de toda nuestra vida. Nos referimos a la respiración, la circulación sanguínea, las emociones, la tensión y relajación de los músculos, tejidos y órganos. Y finalmente extendemos este equilibrio a cualquier acción que expresamos hacia afuera.

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