¿Es el Tai Chi un arte marcial?
El arte del puño supremo
Aunque hoy no resulte tan evidente para muchos de sus practicantes, el Tai Chi es un arte marcial. El término Tai Chi Chuan se traduce literalmente como ‘supremo puño definitivo’ o ‘sublime último puño’. También se podría traducir como ‘Arte Marcial del Equilibrio Supremo’.
Todo arte marcial implica dedicación, determinación y constancia. Ningún arte marcial es fácil de aprender. Todas implican un desarrollo en prácticamente todas las facetas de la persona: el cuerpo, la actitud mental y emocional, el aprendizaje de nuevos conceptos y técnicas, para luego probarlas y por último refinarlas, y también existe un enfoque espiritual.
Como además estamos hablando de un arte, esto abre a sus practicantes todo un mundo de posibilidades para la expresión. Esto hace de las artes marciales un ámbito aún más amplio y complejo. Dependiendo de cada contexto: personal, social, cultural,…, los artistas marciales toman direcciones distintas, incluso a veces aparentemente antagónicas. Esto nos lleva a la conclusión que ninguna disciplina puede proclamarse con el derecho único de poder ser mencionada arte marcial.
¿El arte de someter al rival?
Desde un punto de vista generalista, aprender un arte marcial parece solamente implicar el desarrollo de habilidades para poder medirse con otras personas en combate. El objetivo así, es resultar vencedor, ya sea sometiendo a la otra persona, o demostrando mayor habilidad y superioridad en la aplicación de técnicas, utilizando la fuerza, la velocidad, la agilidad, etc. Pero esta es sólo una de las muchas interpretaciones que se pueden hacer partiendo de los principios que definen el arte marcial. De hecho, puede haber tantas interpretaciones como personas han practicado las artes marciales a lo largo de la historia. Por tanto son muy diversos los enfoques que se han podido desarrollar y las formas en que las personas han interpretado las artes marciales.
Entonces, ¿qué define a un arte marcial?
Si hacemos un recorrido histórico veremos que desde sus comienzos (hay referencias que datan del 2.100 a.C.) en China, Japón, Corea, Egipto, Grecia, Roma, las artes marciales se han diferenciado desde siempre de la mera violencia física o la belicosidad. A diferencia de esas otras acciones, en las artes marciales hay una coherencia y organización de sus técnicas. Desde sus orígenes, la práctica marcial conllevó seguir una filosofía de vida o un código de conducta y el aprendizaje de métodos efectivos, probados desde tiempos atrás.
El significado de artes marciales es ‘artes militares’ y por extensión, el término se aplica a todo tipo de estilos de lucha cuerpo a cuerpo y al uso de armas tradicionales. Además, en la práctica dentro de su enfoque más tradicional e integral, se incluye la salud, la protección personal, el desarrollo humano, la disciplina mental, la forja del carácter y la autoconfianza.
Cuando las artes militares tradicionales perdieron su lugar crucial en el dominio de la sociedad y la defensa de los países, debido a la irrupción de las armas de fuego en el siglo XIX, las artes marciales se transformaron en una opción para el desarrollo físico y moral de las personas. Desde los gobiernos se incentivó su práctica con la intención de fortalecer física y espiritualmente a la población, lo que contribuyó a que en el camino se perdiera gran parte del conocimiento de sus aplicaciones prácticas.
En la actualidad, las artes marciales tradicionales orientales todavía incluyen la práctica de un código filosófico preciso que tiene sus orígenes en las filosofías de Oriente. Además, algunas artes marciales, como el Tai Chi Chuan, se practican hoy en día para mejorar la salud física y mental.
El combate supremo se libra piel-adentro
El Tai Chi Chuan, es un arte marcial en la que se conservan una serie de principios fundamentales muy bien descritos y estudiados. Estos principios han sido refinados por muchos maestros en su práctica, a lo largo de la historia, con resultados muchas veces sorprendentes.
Gracias a la importancia que se ha dado en la práctica de Tai Chi a estos principios prácticos: ‘Dan tian se mueve y el resto del cuerpo le sigue’, ‘la quietud en el movimiento’, la expansión y contracción del movimiento, la oscilación, la espiral, el desarrollo de la percepción del Qi o energía interior, la fuerza sensible, etc. ha llegado hasta nuestros días este arte marcial que conserva sus componentes tradicionales prácticamente intactos. Estos componentes filosófico-prácticos nos pueden favorecer mucho en nuestro desarrollo personal hoy día.
Sus fundamentos están basados en el conocimiento del ser humano, y se han desarrollado a lo largo de un vasto número de experiencias que en las que se ha investigado en profundidad el cuerpo y su biomecánica. Pero también la mente, la actitud, las emociones y la energía, desde su expresión más ‘burda’ hasta la más sutil.
Por tanto, no se trata sólo de teorías, o de puntos de vista filosóficos u opiniones aisladas, sino de un gran número ejercicios codificados que se pueden aplicar no solo a cualquier estilo de Tai Chi Chuan, sino también a todo tipo de arte marcial, y en otras artes o disciplinas que involucren el cuerpo, la mente y las emociones.
La finalidad del Tai Chi
La finalidad práctica del Tai Chi -si es que se puede definir una- es lograr equilibrio interior. Eliminar fricciones, favorecer que nuestra energía interior circule con plenitud, irrigue con abundancia todo nuestro cuerpo y lo conecte entre sí de manera armoniosa. El aspecto ‘supremo’, la mayor realización en la práctica es la conexión profunda de nuestra conciencia con todo lo que nos rodea.
El desarrollo y refinamiento de los principios fundamentales del Tai Chi en uno mismo, se traducirán en una mayor eficacia en la ejecución de movimientos, en una mayor fuerza disponible (al no malgastarla en fricciones innecesarias) y en una mayor precisión, derivada de la conexión de todo el cuerpo entre sí, y del cuerpo con el Shen (esencia, espíritu o consciencia).
Por eso se dice que el ‘combate’ más importante en la práctica de Tai Chi (como en muchísimas otras disciplinas) sucede de la piel hacia adentro. Donde afrontamos el encuentro más desafiante de nuestras vidas. El encuentro y el trabajo con nosotros mismos, con nuestros pensamientos, emociones y actitudes. En definitiva, la vivencia completa de ser humano.